La mirada bizca

La actualidad desde otro punto de vista. Junta los ojos, quizás ahora lo ves todo mejor. Por Robert Barber

Caciquismo en tiempos de prosa

No estamos para muchos versos. Es cosa del destino que por motivos familiares coincida en Xàtiva en plena campaña electoral local y autonómica. Hace unos días fueron las nacionales en UK y estoy viviendo las notables diferencias entre unas elecciones a la londinense y otras a la setabense. La contaminación a nivel de propaganda es lo primero que uno puede notar. El asunto de la corrupción atribuida a Alfonso Rus y a toda su banda ocupa portadas, titulares de informativos y comentarios en el dentista. Los ingleses, más discretos, a penas empapelaban, llenaban de globos, y contaminaban las calles. Aquí, la política vista de cerca no solo es más folclórica sino que también nos salpica con el clientelismo político del que algunos líderes locales hacen uso valiéndose de su poder o influencia. + Más información

Nudismo al desnudo

Os escribo esto mientras desnudo el viento acaricia todo mi cuerpo, el sol me intenta broncear y algunos lagartos, llamados perenquen, esperan a que les lance comida observándome entre las rocas. Escribo desde la Isla de Gran Canaria, en un domingo previo a grandes cambios.
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Ser escritor, ser especial

Érase una vez un editor que dijo que en tiempos de crisis la gente desempolvaba antiguos textos que querían publicar,  como una fuente de ingresos ante la necesidad, como una salida a la pobreza desde la intelectualidad, o simplemente como un depósito a plazo fijo a sacar del banco de la memoria. Estoy de acuerdo.

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Banderas de plástico

No nos conformamos con lo que tenemos y queremos siempre algo más; hasta aquí todo perfecto. Pero la sociedad actual no quiere algo para el futuro, sino que anhela recuperar el pasado. Basamos nuestro bienestar pensando en lo bueno que recordamos pero no estoy seguro de si buscamos una nueva fórmula para el futuro o recordar hacia adelante.

Cualquier tiempo pasado nos parece mejor. No hay mal que cien años dure, porque aunque tempus fugit lo más importante es que semen rententum venenum est. No nos conformamos con lo que tenemos y queremos algo más; hasta aquí todo perfecto, pero la sociedad actual no quiere algo para el futuro, sino que anhela recuperar el pasado. Basamos nuestro bienestar pensando en lo bueno que recordamos pero no estoy seguro de si buscamos una nueva fórmula para el futuro

En nuestras relaciones de pareja pretendemos recuperar la chispa que se ha perdido, y echamos de menos lo felices que éramos de jóvenes, o incluso cuando estábamos solteros. Las personas consideramos la independencia como una virtud, un don, algo positivo; y siempre recordamos del pasado lo bueno, pues lo malo (aunque no se olvida) se disfraza de superación o de excusa para el victimismo.

En mi libro hablo del fin del primer amor, y cómo este se transforma mediante una efervescencia de sentimientos en una batalla de recuerdos agridulces donde el odio es la primera salida a la izquierda. Pero en 24 horas: regreso a la tierra hablamos de un amor adolescente que se alimenta de las inseguridades, inexperiencias, y malos consejos de quienes proyectan sus frustraciones en consejos de obligado cumplimiento, pero por tu bien (dicen).

Quizás la sociedad, esta que llamamos humanidad civilizada, esté aun reviviendo su adolescencia de forma prolongada, o quizás estamos aún en una fase temprana de nuestra evolución. Como humano espero más de mi mismo, de nosotros en total, pero quizás esta humanidad llamada a ser civilizada aún se encuentra en una edad moza en la que titubea en sus decisiones o se deja engañar por quien esgrime una bandera de plástico.

banderas de plastico :: lefthandrotation @Flickr

Cada vez que veo una bandera, sea del color que sea, siento una inquietud enigmática: ¿para qué las necesitamos? ¿Son una representación de nuestros sentimientos patrióticos? ¿Un símbolo de nuestros ideales? ¿O son una manera de control de las fuerzas de poder sobre nuestros sentimientos?

No pretendo dar respuesta a estas preguntas, ni tan siquiera sé si habrían más. Pero no puedo dejar de repetírmelas cada vez que veo una de ellas. Pero no es la única duda que me surje, entre muchas más está esta: ¿si los gobiernos repartieran banderas para todos nuestros sentimientos las luciríamos por la calle? ¿Llevaríamos una señal que dijera que somos solteros? ¿O que buscamos sexo? Incluso nos podría indicar las orientaciones sexuales de cada uno, o sus gustos fetichistas. ¿Podríamos decir de qué religión somos simplemente con un signo en nuestra solapa? Sería muy cómodo conocer la ideología de nuestro entrevistador cuando buscamos trabajo, e incluso del entrevistado (así evitamos contratar a alguien de una ideología, orientación sexual, o creencia que nos incomode).

Aún en mi suposición tengo la firmeza de que todo eso sería un error y no haría nada más que dividirnos, segmentarnos, y en última instancia obligarnos a escoger por una de esas etiquetas por criterios de interés. Los beneficios ulteriores también los desconozco, pero sigo sin creer que sea necesario enarbolar la etiquetadora y ondearla en el aire como quien trata de hacerle cosquillas al cielo.

Creo que soy una persona reservada que prefiere airear con disimulo aquello que su corazón siente. Desde mi posición quizás cómoda, prefiero no ser etiquetado, ni que me coloquen una bandera en el moño como si fuera un pincho de tortilla española. Sólo estoy seguro de una cosa y es que soy hijo de quien me parió y de mi experiencia quiero trazar un mejor futuro que decida yo, eso sí, tan cerca de mi familia como de mis enemigos. Dependo de todos ellos para afrontar mi futuro, siempre desconocido.

Cualquier tiempo pasado nos parece mejor. No hay mal que cien años dure, porque aunque tempus fugit lo más importante es que semen rententum venenum est.

En Kansas amar a un igual ya no es amar diferente

Es curioso cómo Judy Garland y «El Mago de Oz» son parte de la imaginería gay por autonomasía, como aquellas divas (mujeres fuertes y de gran influencia) que llenan conciertos, venden libros y se refieren a su público como público gay. En el mismo estado de Kansas en el que un tornado se llevo a tomar por culo la granja de la tía Emma y el tío Henry; tomar o recibir por el mismo culo no era suficiente como para «establecerse» como un matrimonio. Finalmente la constitución de los Estados Unidos ha decicido declarar inconstitucional el intento de los conservadores de prohibirlo. Kansas se convertirá en el 33º (trigésimo tercer) estado en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

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Pequeño Nicolás, grande megalomanía

Lo que no te han dicho, lo que nunca te dirán, del pequeño Nicolás es que agente secreto, o enfermo mental, no es alguien «pequeño», sino joven. Megalomanía :: La mirada bizca Con su recién mayoría de edad ha conseguido demostrar la adolescencia compartida por aquellos que piensan que el poder los hace poderosos y no vulnerables. Decía Gustavo, parafraseando a Peter Parker,que un gran poder comporta una gran responsabilidad. Viendo quienes salen junto a Nicolás en las fotos, qué lástima que los anticonceptivos llegaran décadas más tarde. La horda de idiotas que salen en la foto junto al posible megalómano, es considerable.
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Despistada Romero

Cuando el día a día nos impone rutinas llegamos al momento centrífugo de actuar guiados por nuestro propio adiestramiento. Frágil de memoria y leve de concentración, soy capaz de bajar y subir varias veces por el ascensor hasta la puerta de mi Virus Ébola ::  NIAID @Flickrcasa. Tengo miedo a que me roben otra vez y, aunque la primera vez lo hicieron reventando la puerta cerrada, compruebo cada vez que salgo que he dejado bien protegidos los recuerdos que mantengo en mi apartamento.

Las rutinas, a pesar del miedo, no son una garantía de nada. La mejor de las voluntades desviste a la perfección, exponiéndola ante la mirada bizca de quienes piensan que los errores ajenos son oportunidades a aprovechar. El veneno, aunque sea para Romero una esquirla del virus ébola, es una enfermedad social congénita que si no mata, Mato.
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Los Selfiepollas

Los grandes artistas investigaban sobre su técnica para mejorar el resultado de sus obras: un estudio tanto de la imagen como de la perspectiva y otras claves. El autorretrato se convertía en su momento de autoevaluación en el que, finalmente, pretendían analizar sus «defectos» sin exponerse a los demás. Google Glass Selfie de Paul Cowhig Hoy, nuestra sociedad tecnológica se ha «agilipollado» de una manera exponencial y las personas, cualquiera, se exponen ante los demás tratando de esconder sus defectos en un estudio vano de su propio ego. Ahora la investigación es sobre cómo morderse los carrillos para poner cara de idiota, meter la panza hacia adentro, y mientras se autoinfringen laocónticas posturas evitar que los ojos se escapen de sus órbitas. El hedonismo y la búsqueda de la aceptación pública acaba deshumanizando al ser humano en su expresión fotográfica. + Más información

La mujer del alcalde

La mujer del alcaldeRecuerdo el verano de 1997 en el que trabajé por primera vez para el ayuntamiento de mi pueblo, recuerdo con la comisura de mis labios la hilaridad de las palabras de mi jefe: «la mujer del alcalde está buena, es una mujer que se arregla». La señora en cuestión, conocida como una primera dama de provincias, era objeto de burlas por parte de todo el pueblo: bronceado extremo, casi rustida diría yo, pelo rubio teñido en límites antinaturales, y varias capas de maquillaje de sospechoso grosor. La mujer del alcalde era, aún es, una pieza de museo kitch abalada con todo tipo de falsos metales y algún auténtico oro. Campeona del hortera de extrarradio y con diplomatura en protocolo por la Universidad de la Calle.
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Si el trabajo fuera una cosa buena la guardarían los ricos para ellos solos

Dio la coincidencia de que en Xàtiva, de donde soy, mi colegio y el instituto estuvieran juntos. Dar el cambio de la EGB a la madurez se hizo prácticamente en un espacio de un kilómetro cuadrado. Todos los días de mi vida como estudiante en la capital de La Costera fue junto a un muro donde unos anarquistas escribieron: «Si el trabajo fuera cosa buena la guardarían para ellos solos».

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