Cuando el problema son los demás

El auge de las corrientes extremistas no es algo que se anuncie con antelación. No vas a ver a políticos con el brazo levantado, ni te hablarán de despreciar a nadie de manera injusta, tampoco verás esvásticas, no… todo eso no se ve con antelación. Lo que verás son soluciones obvias a tus problemas, soluciones razonables y lógicas. El fascismo habla de tus problemas y te da soluciones que te parecen cojonudas.

Theresa Trump

Entiéndase, a modo de preámbulo, que en mi opinión no existe extrema derecha, como tampoco la extrema izquierda, los populismos, todos, son ajenos a ideología alguna y se basan en una única cosa: conseguir que sus objetivos personales se conviertan en una necesidad pública para lograr el plebiscito.

Siendo más claros; no creo ni en el fascismo de derechas ni en el de izquierdas porque en ambos casos se trata de un grupo de manipuladores que anteponen sus necesidades a las tuyas propias.

Jamás la decisión la toman ellos, saben que si se hace por la fuerza el pueblo se levantará. Para destruir el sistema lo mejor es aprovecharse del sistema. La democracia no es una herramienta para el gobierno justo del pueblo, es un arma capaz de matar a opresores y oprimidos.

La mejor manera de que hagamos lo que ellos quieren es darnos la voz para que, mediante nuestro voto legitimen su manipulación y pensemos que lo hemos decidido nosotros.

Primero se comienza con una promesa positiva, por ejemplo un «Hagamos América más grande otra vez», «América primero», o en este lado del charco la versión Benny Hill de «Make Britain great again». De esas tenemos también en casa pero por partida doble, no os equivoquéis.

En toda manipulación siempre hace falta un enemigo común y ese siempre es el extranjero, el forastero, el que no es como tú y yo. En Estados Unidos les pican los mexicanos e islamistas y a los Británicos les pican los europeos, a los catalanes los españoles y a los del Betis los del Sevilla.

Después viene la promesa que materializará la derrota del enemigo y una larga paz: un muro para controlar la emigración, mejores acuerdos comerciales, quitar la corrupción del gobierno, más libertad para todos y más ayudas para los que las necesitan.

¿Sabéis que otra cosa prometen todos? AUTOGOBIERNO. Sí, paradójico y pajillero al mismo tiempo. Dicen que van a traer un gobierno como el que nosotros queremos aunque, en este caso el gobierno se lo hacen para ellos mismos.

Aparecen símbolos, generalmente asociados a una bandera, con estrellas y barras o con cruces raras, eso da lo mismo. De repente esos trapos cobran un valor especial porque eres un patriota, un amante de los tuyos, alguien bueno.

La bondad es algo común porque nadie es malo, Nigel Farage o Theresa May no son malos, son patriotas, Donald Trump es un patriota, Artur Más es un patriota, Mariano Rajoy es un patriota.

Pero la democracia es como un preservativo; te la enfundas en la punta del aquél y la deslizas hacia abajo pensando que así estarás protegido; se adapta y estira cubriéndolo todo; impide que pasen «cosas» y entonces nos damos todos mucho placer. La democracia, cuando la usas demasiado se rompe y si hay un pequeño agujero lo único que pasará por él será algo malo.

La voluntad del pueblo

Trump ha sido elegido democráticamente y el Brexit de Theresa May se ejecuta bajo el referendum de un pueblo. Las urnas son el juguete preferido de quienes quieren tomar el control del gobierno.

Los golpes de estado, con tricornios o sables, ya no funcionan en los países democráticos. Los golpistas, los fascistas, usan la democracia en sí misma para que tú ejecutes su crimen.

El fascismo no se viste de señora derechona, ni de gilipollas rapado. El fascismo se viste de promesas para solucionar un problema, el tuyo.

Decían los Sex Pistols que no hay futuro y ayer en Facebook compartí esa misma canción. La ironía, la precisión ideológica del sublime punk británico de los 70, se enmascaró de Beatles, Coca-Cola y otros opios del pueblo.

Si alguien piensa diferente tiene dos problemas: ser diferente y pensar por sí mismo. Entonces viene la democracia controlada por demagogos que dicen que ese es el problema y lo reduce a polvo en un santiamén.

La kryptonita del fascismo es la verdad y la verdad no se encuentra en los diarios, no se encuentra hablando con los que piensan igual que nosotros, no se encuentra ni en banderas ni en himnos, la verdad se encuentra en el diálogo, en el entendimiento, en el cuestionarse las apariencias en ir más allá de la democracia y el sistema.

¿Y tú? ¿Piensas que el problema está en los demás? ¿O tienes parte de culpa?

 

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