Ser escritor, ser especial

Érase una vez un editor que dijo que en tiempos de crisis la gente desempolvaba antiguos textos que querían publicar,  como una fuente de ingresos ante la necesidad, como una salida a la pobreza desde la intelectualidad, o simplemente como un depósito a plazo fijo a sacar del banco de la memoria. Estoy de acuerdo.

Hace a penas un año que me animé a publicar mi primer libro, en este caso un poemario. He de reconocer que tras mi salida del Grupo Planeta mi situación económica fue muy inestable e incluso mala.

La necesidad de lograr dinero para sobrevivir, la sensación de agonía existencial al no encontrar trabajo, y el resentimiento contra aquellas personas que obran desde el desprecio y/o la envidia, son los ingredientes que inician el acto24 horas regreso a la tierra literario.

Pero el escritor no gana dinero, ni fama, ni logra la chica al final de la película. No viste camisas de hilo blanco y pasea por las calles de Roma cubriendo sus ojos con gafas de sol. El escritor es tantas veces anónimo que en ocasiones se ve en la necesidad de reptar. En muchas ocasiones escribe en lugares inusuales como por ejemplo hacía Amanda Hocking, una autora que tras publicar en Amazon varias sagas adolescentes consiguió vender un millón de libros que había escrito en sus entretiempos como auxiliar de enfermería. Finalmente las editoriales la desearon y publicaron sus libros en papel… Y así es que la conozco porque preparé su campaña con la editorial Destino.

Conozco muchos más autores, y cada uno de ellos conocen a cientos, que no somos ultra conocidos, algunos tan anónimos como invisibles. Ser escritor, como ser abogado, no es una profesión que encumbre a quien se viste de autor. La preparación, la oportunidad, y las conexiones, deben ayudar al talento.

En esta fase de mi vida, llena de segundas oportunidades (como Gerunding Editorial), quiero que la palabra que más veces pronuncien mis labios es «gracias». Gracias a amigos, a familia, a compañeros de Emagister, gracias seguidores de Twitter, gracias a desconocidos que me conocéis, gracias. Tengo miedo pero me dais energía, y sois vosotros quienes me motiváis a seguir escribiendo. Y a ti, Oliver, gracias por ayudarme con el timón, es momento de navegar de Regreso a la Tierra.

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