Un año en ayuno epistolar

Ha pasado un año desde mi última entrada en el blog. El hábito de escribir hace al monje y yo he estado justificadamente un poco despendolado tratando de entender dónde encajo yo ahora. Entre redes sociales y jerigonzas que creía no comprender me doy cuenta de que el que no encaja aquí eres tú.

Fotografía de Jan Kahánek

Hace unos días mi cuñada me preguntaba si seguía escribiendo y le dije que no. Es algo que me pregunta cada vez que nos vemos y no lo hace tanto por su mala memoria sino porque para ella, lectora empedernida, es un hábito.

Hay quienes leen y acumulan libros y hay quienes escriben y plasman pensamientos.

Hoy he entrado a mi blog y me he dado cuenta de que la última entrada que publiqué es de hace un año. ¿Qué coño he hecho durante todo este tiempo y por qué no lo he escrito?

Hoy he entrado a mi blog y me he dado cuenta de que la última entrada que publiqué es de hace un año. ¿Qué coño he hecho durante todo este tiempo y por qué no lo he escrito?

Quizás porque me doy cuenta de que Internet se ha vuelto un concurso de popularidad para ver quién recolecta más seguidores, más likes y más quilos de fama. Porque ahora te fotografías con cara de chupar de una pajita, tuerces la cara guiñando un ojo y tras siete filtros València … te muestras en tus quehaceres dela forma más naturaloide.

Yo no encajo en eso, no me siento cómodo enseñándote mis pezones tostándose al sol, ni me gusta contarte cuan maravillosa es mi vida en Londres, mis amigos, la comida que como y la que descomo (¿por que no?).

No me siento relevante en tu timeline, no creo que estés motivada o motivado a saber todo lo que me sucede, ni creo que cuando le doy al «me gusta» de tu plato de croquetas caseras tu karma se beneficie de nada.

Pero ahora, que las grandes corporaciones dominan Internet, ahora que nos gastamos medio sueldo en tecnología para que podamos subir fotos, ahora que lo relevante lo elige un algoritmo, yo siento que aquí no pinto nada.

Quizás es mi sensación equivocada, mi falta de conexionar con lo que me rodea. No lo sé. Pero mientras dudo todo esto me cuestiono a mi mismo, os cuestiono a todos vosotros y quizás eso me de motivos para seguir escribiendo

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