Discurso de presentación de «24 horas: regreso a la tierra»

Cuando somos niños nos convencen de que tres reyes de un lejano oriente vendrán a dejarnos regalos, la condición de ser buenos nos obliga a ser pacientes durante un año. Pero cuando nos hacemos adolescentes nos dicen que los reyes no existen, son los padres.

Cuando eres un adolescente… adoles…cente, adoles sciencia, adoleces de conocimiento. Aún nuestros padres nos guían en el rumbo de nuestra vida, hasta el punto que nos revelamos contra ellos. Queremos navegar solitos.

Asistentes a la presentación de las 19 horas :: Foto de Cristian Castellana

Asistentes a la presentación de las 19 horas :: Foto de Cristian Castellana

En nuestra huida algunos encuentran el amor, y ese amor es nuestro refugio. Nos llegamos a aislar de la familia (por supuesto), de los amigos, de los estudios, de todo lo que no sea vivir de una ilusión.

En nuestro aislamiento, hedonista, el amor es un reflejo de esa perfección que los padres tratan de fingir, y en algunos casos una inalcanzable meta. El amor no existe, son los padres.

En nuestra isla somos felices, hasta que un día determinado a uno de los dos se le acaba el amor. Si somos alguno de nosotros es una putada ¿verdad? 😉 Si la otra persona se marcha nos quedamos solos en esa isla, ahora desierta.

«24 horas: regreso a la tierra» cuenta esa huida de la isla, esa búsqueda de alguien que nos comprenda, y el paso del tiempo (inevitable) que nos obliga a recordar la angustia de un camino sin retorno.

Desesperadamente queremos volver a casa, a la tierra, allá donde una vez nos sentimos felices. Seguramente esa tierra tampoco existe, porque aunque nuestro hogar sigue ahí, ahora tenemos conocimiento, y ya no adolecemos de consciencia.

En la vida de adultos aprendemos algo más importante que amar, aprendemos a dejar de ser amados. Los sentimientos son reversibles, injustos, y placenteros.

Hijoputismos a parte, mi libro, trata de reflejar en un continuo paralelismo la deriva de aquél que naufraga en el amor y emprende un regreso hacia aquella firmeza de la tierra.

Elementos como el tic-tac del reloj, o el latir de un corazón mecánico y preciso, la dulce melancolía o el doloroso placer de echar de menos, se escapan de unos versos que no conocen métricas ni órdenes. En la correlación de los poemas no hay un orden lógico, porque de lo que habla es de los sentimientos.

Este poemario lo escribí durante los melancólicos viajes en tren desde la universidad hasta la casa de mis padres, en un momento de mi vida que no he podido sacar a la superficie hasta este momento.

Quiero agradecer el apoyo a todos y cada uno de los que habéis venido hasta aquí. Son muchas las personas que me han ayudado a emprender este rumbo y a todas ellas les quiero dar las gracias. Aunque a quien nunca podré parar de dárselas es a Noémie Coignus.

Una respuesta al artículo “Discurso de presentación de «24 horas: regreso a la tierra»

  • Descubrí este libro en el sitio que jamás hubiera podido imaginar, donde no se estila hablar de libros y a través de una persona que destacaba sobre el resto. ¡Resulta curioso los designios de la vida!

    El título me impactó, intenté olivdarlo pero seguía ahí oculto en mi inconsciente saliendo a relucir de vez en cuando. Hoy he dado el paso, lo he comprado y descubro, mirando por internet, que cada poema tiene su canción. ¿No puede haber algo tan maravilloso como mezclar música y poesía para transmitir las ideas y sentimientos de un autor?. Lo espero ansiosamente y con ganas de disfrutarlo.

    La pena es que no haya podido encontrarlo en valencià, pero será igual de hermoso (eso espero).

    Ojalá el libro llegue tan pronto a casa como yo a la tierra.

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