Poquet a poquet
La vida no es otra cosa que un estado temporal de paciencia en el que, sin más espera, nos aguarda un salto al vacío del que no sabemos nada. La vida es un camino, la vida es una vereda, la vida es un «de paso» (y se pasa en cuatro días), la vida es un regalo, la vida es maravillosa, la vida se vive deprisa, la vida hay que vivirla, sólo se vive una vez, la vida es una constante lucha.
La vida no es otra cosa que un estado temporal de paciencia en el que, sin más espera, nos aguarda un salto al vacío del que no sabemos nada. La vida es un camino, la vida es una vereda, la vida es un «de paso» (y se pasa en cuatro días), la vida es un regalo, la vida es maravillosa, la vida se vive deprisa, la vida hay que vivirla, sólo se vive una vez, la vida es una constante lucha.
Tenía yo a penas 18 años cuando le detectaron un cáncer de esófago. Recuerdo todas las noches desde mi infancia en las que se ha visto forzado a tomar Almax para que la acidez le dejara en paz. Quizás podríamos haber pensado que aquello era el inicio de una larga enfermedad, aunque dudo si eso hubiera evitado que tuviesen que pasar por quirófano.
La operación, de alto riesgo, le iba a cambiar un trozo de su esófago por un pedazo de su estómago, a cambio iba a sobrevivir. Tras un duro postoperatorio se enfrentó a una vida difícil, pero nada que él no pudiera superar. La vida le dio una segunda oportunidad.
La misma vida le volvió a poner a prueba unos años más tarde con otro cáncer, éste en la próstata. Vejiga y pulmón aparecieron posteriormente. Pasó quimioterapia, radioterapia, y superó la familiaterapia. Su esposa, mi madre, está a su lado (literalmente) en cada segundo de su enfermedad.
‘Superviviente’ le llama el médico que le operó desde la la primera ocasión. Ha pasado por quirófanos y hospitales tantas veces que el pánico se le ha vuelto tedio. Las ganas de vivir, de superar cualquier adversidad, superan a la guadaña que le ha querido cortar el hilo de la vida. Él ha apurado el ovillo hasta el final.
El pasado mes de septiembre a mi padre se le acabó la paciencia y se atrevió a morirse, quizás ahora sepa qué hay después de la vida. Porque ha llegado al final de su camino, como un luchador resignado. Al fin y al cabo en esta vida estamos de paso.
De mi padre recordaré siempre su tolerancia, sus ganas de conectar con su propia juventud. No dejó en ningún momento que el humor le dejase de brotar por su boca a través de insolentes pero divertidos comentarios.
De él recordaré sus ganas de hablar, de razonar, hasta que se le cerraban los ojos de sueño, recordaré cómo se enfadaba con los políticos cuando decían memeces en la tele.
De mi padre recordaré sus lágrimas cada vez que me despedía cuando me iba porque vivía en Barcelona. Recordaré cómo me apoyó cuando le dije que no íbamos a Londres.
De él recordaré sus ojos verdes, su mirada perdida cuando le respondí que se estaba muriendo, recordaré sus frágiles manos que se dejaban coger entre las mías. Recordaré su voz grave y sus palabras dulces, recordaré su fuerza atrapada en un cuerpo marchito.
De Roberto, mi padre, recordaré su expresión «poquet a poquet» cuando nos prometía que se iba a poner bueno aún sabiendo que su camino ya estaba acabado.
Aprendimos a ser valientes con él, como cuando yo era niño y nos llevaba a mis hermanas y a mi madre a la playa. Acostumbrado a nadar en la piscina tenía miedo al oleaje, pero juntos nos metimos en el agua y me abracé fuerte a su cuello. Me reí tan fuerte que me bebí litros de agua salada. Las lecciones que nos da la vida siempre llegan a modo de metáfora.
Ha pasado con los brazos levantados por la línea de meta, agitando sus dedos al aire para que se note que es un campeón. Agotado por la dura competición se merece un descanso, todos nos lo merecemos.
Ningún padre deseará nada más en la vida que la felicidad de sus hijos, ningún padre intentará otro esfuerzo que el de mantener a su familia unida y él lo consiguió. Nadie te enseñará a ser valiente pero lo aprenderás de tus padres y no te acobardarás cuando te cueste salir a flote. Lucharás por lo que tienes y disfrutarás de tu familia, cuidarás a tus amigos como si fueran tus hermanos, vencerás al miedo, a la tristeza, a la frustración. Conseguirás que la vida sea un fantástico regalo que desenvuelves al abrir los ojos cada mañana.
La vida es un fantástico regalo y de parte de mi padre os doy las gracias.
Todo un ejemplo Robert, yo lo conocí.
Gran homenatge Robert!! To’n pare descansara estant orgullos de tu!!
Hay cosas en la vida que te alegran… Y esta es una… Conocerte y ver que ante las adversidades siempre sacas todo lo positivo y sigues viviendo como si fuera tu ultimo dia…
Me ha encantado tu artículo.
Gracias porque desde que fuiste mi monitor continuas dandome lecciones de vida.
Un fuerte abrazo!
Es el primer post que leo de ti y casual o causalmente era el que más necesitaba, hoy había estado pensando todo el día en mi madre y este artículo me ha dado un poco de paz y resignación, gracias por compartir estas palabras tan sinceras