El Santito (CAP. 3)
Con el aerosol aún en las manos y la mirada en el aire, mi compañero reía a mandíbula batida pensando que me había dado de pleno en la cara. Detrás de mi, en silencio, con el semblante serio pero una ceja arqueada, estaba Dani «el Pelirrojo».
Rubén, ese era su nombre, abrió los ojos, y cuando se dio cuenta de que había fallado, volvió a apuntar a mi cara. «No te escaparás esta vez», dijo con sobrada socarrenería. + Más información