El problema de la creatividad

Definir la creatividad no es sencillo, porque puede ser tan grande como el universo y tan diminuta como una fracción de tiempo de un impulso humano. La creatividad se asocia a la innovación, a la creación de cosas nuevas, a la inteligencia de unos pocos llamados genios. Pero la creatividad puede ser eso, y todo lo contrario.

Hace unos días, durante mi meditación de la mañana, me di cuenta de que me interrumpían un montón de ideas. Intentaba centrarme en una, pero otras venían a mi mente, como peleándose por ocupar protagonismo. No te pienses que eran ideas resueltas, como «la solución a esto o aquello». Venían en forma de ecuación que quiere se resuelta, exigiéndote solucionar la X cuanto antes.

El problema de la creatividad

Acabé mi meditación agotado, tratando de ser amable conmigo mismo, mientras me perdonaba por sabotear mi pensamiento con una decena de cosas que no eran mi prioridad en ese momento. Fue entonces cuando me di cuenta de que esa ebullición en mi cerebro no era otra cosa que mi creatividad fuera de control.

Porque cuando ves dos puntos, tú no te imaginas una línea, imagínate cuando los Antiguos observaban las estrellas para dibujar constelaciones y asociarlas, por ejemplo, a un animal. La creatividad es una necesidad irrefrenable de encontrar una solución, una respuesta, a un problema. A veces la solución es obvia, pero otras veces no.

Hablando con una amiga que es compositora, compartíamos cómo nuestras mentes, en ocasiones, se fatigaban porque nos era imposible parar de pensar en soluciones. Eso, en muchas ocasiones, deriva en frustración y en depresión. Nuestras cabezas no se conforman fácilmente y esa tenacidad es tan genial como nociva.

Imagínate tener una caja fuerte de la que desconoces la combinación. Seguramente tratarás de probar un número, y otro, y otro. Quizá pienses que si sigues un patrón determinado, la encuentres antes. Probarás a anotar los números para no repetirlos o acercarás el oído para detectar algún leve cambio en el engranaje. Ahora imagínate todo eso sucediendo a la vez; con cada pestañeo de tus ojos, 10 ideas distintas, otro pestañeo y 10 ideas más.

La mente creativa es esa caja fuerte que, de vez en cuando conseguimos abrir para sacar una idea brillante pero que, la mayor parte del tiempo, es una incesante búsqueda de la combinación que la abre. Es por esto que la, supuesta sensiblidad de los artistas, o la locura de los genios, nos puede parecer algo maravilloso. Un estereotipo romanticón que oculta la realidad de una manera de ver la realidad que, en ocasiones duele.

Londres, veintiuno de abril de dos mil veinticuatro.

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